Se trata de la primera novela que leo de la célebre escritora y tengo que decir que me encantó. La leí de un tirón.
Más que la historia de un triángulo o de un asesinato, se trata de la historia de dos amigos. Ramón -pobre, venal y católico- y Teo -rico pintor extranjero y existencialista-. Ellos compartían armoniosamente el amor de la bella y dulce Lelia, quien es la víctima en este policial. Luego de la muerte de la chica, todo el texto muestra cómo elabora el duelo cada uno, de acuerdo a su temperamento y convicciones. Al mismo tiempo, se desarrolla toda la madeja que dejará al asesino al descubierto. La novela está integramente situada en México (D.F., Guanajuato y Acapulco). Los escenarios están descriptos de manera muy plástica, cinematográfica. Si bien la trama policial tiene sus puntos débiles argumentalmente hablando, la novela va mucho más allá, reflexionando con libertad sobre la religión, la culpa, la existencia y muchos temas más (entre los que están las cuestiones de género). Y todo esto, a un ritmo veloz y entretenido por la diversidad de personajes secundarios y escenarios visitados.
Muy recomendable como lectura de verano.
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