Magritte |
Una novela escrita en 2001, fresca y fílmica, que se le lee de un tirón: un objeto amigable.
Cuenta lo que le sucede a un importante empresario comprometido con el ambiente y la sociedad, cuando decide encarar una singular terapia para tratar sus problemas de insomnio e infelicidad. El doctor Tolgate ha ideado un plan de acción (reñido con la ética más básica) del que no podemos adelantar mucho sin traicionar a la historia. El protagonista termina enfrentado a sus valores más profundos, en medio de un torbellino de personajes que entran y salen de escena.
La novela guarda un par de sorpresas a nivel estructural, convirtiéndose en una suerte de juego para el lector.
Problemas éticos contemporáneos como la oposición entre ricos y pobres (dueños del capital y obreros) quedan plasmados en esta novela, que apuesta a lo divertido para vehiculizar la crítica hacia el sistema en que vivimos.
Si bien toca temas profundos, no va hasta el fondo, los personajes tienen mucho de actantes 1 y todo se define en el plano del juego literario. Como artefacto literario, la novela no presenta fisuras.
En lo personal, no es el tipo de lectura que más disfruto, sin embargo promediando el libro lo narrado logró atraparme.
Compartimos fragmentos de una entrevista sobre esta novela, realizada al autor en Página/12 por Verónica Abdala:
–La estructura como de cajas chinas –porque a Blake (el protagonista), a su vez, aparentemente lo vigilan y manipulan también– recuerda también uno de esos juegos de espejos que le gustaban tanto a Borges. O el sueño de un hombre que es a su vez el sueño de otro...
–Sí, Blake es un hombre que sueña ser Dios, hasta que descubre que hay otro que lo está manipulando a él. Ahora, si bien el planteo puede ser en cierta medida borgeano, hay que aclarar que está puesto en un contexto contemporáneo, muy distinto del que hubiese utilizado Borges. Y en mi novela hay personajes que se resisten a ser el sueño de otro, a ser controlados y determinados por los intereses de terceros.
–Se dan contradicciones psicológicas en los personajes, que logran confundir o perturbar también al lector.
–Sí, porque lo que yo intento hacer siempre, y creo que logré en este libro, en Konfidenz, en La muerte y la Doncella, es que la estrategia narrativa termine forzando al lector a vivir el delirio y la incertidumbredel protagonista. Mi desafío es convertir al lector en un personaje más, en cuanto a que éste tiene que sentirse también lanzado a un mundo que tiene que ordenar. La posibilidad de autoconocimiento es el objetivo de cualquier terapia, sólo que aquí yo lanzo también al lector a la búsqueda de ese sí mismo. Creo que es lo que intenté hacer siempre: plantear una serie de preguntas sobre las relaciones humanas. Me pregunto, básicamente, cómo podemos amarnos en épocas como éstas.
1. Actante: se refiere a los personajes definidos por sus acciones y roles, más que por su psicología o singularidad.
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