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| Oswaldo Guayasamín |
Se trata de una novela policial con una estructura tremendamente sólida y un estilo que se sirve de agudas sutilezas en las descripciones (la trama avanza a un ritmo más veloz que las apreciaciones de la voz narradora, por lo cual me quedé con ganas de más).
La historia nos sitúa en el momento en que se realizan una serie de audiencias judiciales para decretar la muerte del desaparecido Robert, un joven granjero de California, que un año antes salió a buscar a su perro y jamás regresó.
La caracterización de la situación sociocultural de esa zona en los años `50 (la realidad de miles de mejicanos explotados en los ranch californianos) es excelente y se realiza a partir de pequeñas pinceladas, de palabras sueltas, de gestos. Asimismo, las actitudes del personaje de la madre de Robert resultan por de más convincentes. Por si fuera poco, el final escapa a la tradición policial para convertirse en algo así como un hallazgo, una sutil joya.
Muy buena novela!
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