Se trata de una novela muy original en cuanto a su temática.
Está narrada desde la primera persona de un empleado sueco, obsesivo y pedante,
que encuentra en el piso de su oficina un cuarto en desuso en el que siente a
gusto y puede descansar de la rutina. Escrita
en un lenguaje sencillo y sobrio, en forma de capítulos muy breves, presenta un
ritmo parejo y ágil que no se pierde en ningún momento. Más bien todo lo
contrario: atrapa la atención del lector en cada secuencia, logrando asombrar
con cada vuelta de timón de la historia.
La obra ha sido catalogada como divertida y surrealista, sin
embargo -en mi opinión- no se caracteriza
por ninguna de estas cualidades. Sí está escrita con un fino humor, pero eso no
la convierte sin más en una novela simplemente divertida, sino que se trata de esos textos
que tienden a lo satírico (en este sentido, no sólo divierte, sino que interpela), desenmascarando aspectos oscuros de la vida laboral urbana,
con un potente trasfondo de angustia, con la reflexión siempre presente acerca
de qué significa la cordura en nuestra sociedad, quiénes pueden erigirse como dueños de la verdad, cómo se
comportan las personas frente a lo diferente y cuáles son los resortes que se
mueven tras los grandes aparatos burocráticos en los que estamos inmersos. Por
su temática tampoco es surrealista, ya que si bien coquetea con lo absurdo, no
se describe nada que no pueda inscribirse tranquilamente dentro del ámbito de lo realista.
Me pareció un texto fresco y original que deja un sabor amargo,
precisamente por ser capaz de vehiculizar cuestiones tan profundas de nuestra
vida alienante y competitiva en las grandes ciudades. Su autor es un reconocido actor y dramaturgo sueco, algo que se llega a vislumbrar en el planteo de las escenas de la novela.
Un texto muy recomendable.
Un texto muy recomendable.
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Isaac Grunewald |
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