"Glaxo", Hernán Ronsino


- Glaxo está construida por diversas voces. ¿Te basaste en algún antecedente?
—Me impactaron mucho algunas novelas que también lo hacen: Mientras agonizo, de William Faulkner; Kincón, de Miguel Briante, o Saer en Cicatrices. Tenía una necesidad de trabajar con voces más bien secas, sin un lenguaje florido; apuntar a la sequedad.
                                                                                                          Entrevista al autor en La pulseada


Se trata de una novela más que corta; podría considerarse concentrada.
Dividida en cuatro partes, cada una nos trae la cosmovisión de un personaje distinto, en distintos años (1959, 1966, 1973 y 1984, no en este orden cronológico). La narración es muy simple, muy llana y directa. La historia se presenta como una suerte de rompecabezas que recién se arma en las últimas hojas.
Hay mucho de costumbrismo en este texto: todo sucede en un pueblo pequeño y aparecen todo tipo de detalles cotidianos que anclan lo narrado a este espacio físico y, a su vez, al momento histórico de cada episodio. 
Hablar sobre la historia narrada sería traicionar la propuesta autoral, basada en la progresiva develación de los hechos ocurridos alrededor de cuatro hombres. El tema central es la traición (por supuesto que motivada por andanzas amorosas) y existe una crucial referencia a hechos históricos argentinos.
Un texto preciso y prolijo que resulta casi un juego y que invita a la inmediata relectura.


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