ANAGRAMA, 2013
A través de la mirada del protagonista, desde que es niño, el
escritor describe el vínculo que tienen con el dinero los personajes inspirados
en la clase media acomodada porteña, antes, durante y después del golpe de
Estado de 1976.
Recorre esas vidas y
los lugares que frecuentan como si fuesen guaridas, y no grandes mansiones,
playas o restaurantes de lujo, sitios en los que se dedican al tic que los
tiene ocupados: cómo “hacer” plata , cómo acumular, cómo contarla, cómo
gastarla y cómo perderla en un país en el que el valor de de la moneda se
degrada, así como el de las vidas de los argentinos. En realidad, el tema de la
novela, es ¿cuánto vale en dinero contante y sonante una vida? ¿Cuánto sigue valiendo
en el presente?
Si el lector es capaz de superar el estilo de una prosa que lo obliga a correr sin aliento por
la vida del protagonista tropezando a cada paso con digresiones, con traspiés en la sintaxis que lo obligan a
retroceder en la lectura para reencontrase con la lógica de la frase, se
encontrará inmerso en un pasado que sigue siendo presente con respecto a
nuestra moneda. Porque este escritor
no concede al lector, ni siquiera el respiro, el aire que le darían los
capítulos a la novela. En definitiva, un estilo agotador que coincide con una trama asfixiante:
como retener un dinero que corre como el agua y no se detiene más que en las
manos de unos pocos. Por especulación o por azar.
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