"Me gusta trabajar despacio, como una arañita. Y corrijo mucho. Una vez que termino un capítulo o una página, vuelvo al principio y reescribo: rompo la frase que está demasiado redonda, o que suena demasiado “literaria”, tomo un desvío..." Entrevista en la Revista Ñ
Se trata de una novela amena, entretenida, que dialoga con cotidianeidad con el lector.
Muy bien construida en el nivel de los tiempos narrativos (ritmo parejo, buenas descripciones, diálogos precisos), se trata de un texto narrado en primera persona, desde la perspectiva de un psiquiatra que se instala en las sierras, en una cabaña al estilo japonés, próxima a una cascada. Pronto, este espacio que parecía aislado se irá llenando de personajes (incluso animales). Hay que decir que el título no tiene demasiado que ver con la novela, quizás otra elección le hubiera ido mejor a lo narrado.
Si bien tiene situaciones hilarantes y un poco absurdas, hay siempre un tono de realismo fresco que hasta tiene espacio para plantar la reflexión sobre las relaciones amorosas y manera de comunicarnos en el mundo actual.
Un texto al que no le falta ni sobra nada, una oda a la narración lisa y llana, sin pretensiones de ningún tipo (con alguna que otra reminiscencia a un Aira más sobrio), que enciende sonrisas y despierta el siempre valorado interés por saber qué pasará después.
Tanto el espacio como la galería de personajes que componen el libro quedarán en la retina y el aprecio del lector, como suele suceder con esos textos en los que nos metemos como si fueran una película.
Muy recomendable para pasar un buen momento y acercarse a la literatura argentina actual.
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