"La mujer del vientre de oro", Dalmiro Sáenz

Se trata de una novela del género policial negro, en la cual se desarrolla el supuesto de que Picasso ha tatuado un cuadro en el vientre de una mujer y en los noventa, en Argentina, esa mujer se subasta en lo de un afamado marchand. Esa situación es el inicio de toda la trama, en la que van apareciendo homicidios, algunas incógnitas, numerosos personajes y todos los ingredientes del género.
Está articulada en dos ámbitos: por un lado, el ambiente chic de los mercaderes del arte y sus matones, y por el otro, los barrios comunes donde circula a sus anchas el elemento policial más básico. Dos clases de mafia que -previsiblemente- cruzarán sus hilos hacia el final del libro. Esta articulación de ambientes no está muy bien presentada, ya que no queda equilibrada en el conjunto de la obra. Hay que decir que Sáenz se maneja mucho mejor en los pasajes "populares" (en las descripciones, la ambientación, los diálogos), lo que logra agregar un poco de ritmo y frescura a una historia que hace agua por todas partes.
Por empezar, la historia está construida a partir de inverosimilitudes. Para ser una historia absurda, tiene demasiados elementos que tironean hacia el realismo, incluso bastantes locaciones y nombres propios no ficcionales. Pero para que sea un texto realista, habría que leerlo con un solo ojo, hacer omisión de la gran cantidad de hechos forzados y poco creíbles que le son necesarios a esta historia  para que cierre como policial. 
Además de todo esto, las partes que se desarrollan en el mundo del Arte, con esos personajes supuestamente interesantes, supuestamente inteligentes, con un montón de plata y una falta total de prejuicios, son de un snobismo literario que, mientras leía la obra, se me ocurrió tildar hasta de berreta. Advierto un idéntico interés en mostrar diálogos brillantes, personajes singulares y conocimiento de mundo que en tantas otras novelas argentinas contemporáneas, muchas de ellas, de excelentes autores (como es el presente caso). No entiendo a qué se puede deber esta ingrata tendencia que termina hablando más del bagaje cultural (intelectual, artístico, cosmopolita) del autor que de representaciones del mundo que puedan movilizar algo en los lectores.
No me gustó para nada.




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