Se trata de una novelita cortísima, un tanto difícil de describir sin traicionar la propuesta discursiva de Nothomb.
La primera parte del texto, atemporal, abunda en coloridas sentencias y es un cajón para lo inesperado. Luego, la historia se va situando en un tiempo y espacio determinados: la vida en Japón de una niña pequeña, hija de un diplómatico. Se ejerce con maestría, ingenio y esperable frescura la "mirada del recién llegado", de modo que la muerte, el tiempo y el mundo de los adultos quedan expuestos con acertado humorismo. Asistimos al conocimiento del mundo por parte de una niña que no llega a los tres años y que parece ser, sin embargo (y acaso como todos), Dios mismo.
Una obra amena, muy original, que se lee de una sentada y garantiza momentos de grato disfrute literario.
Comentarios